Cada vez más personas adoptan la meditación como parte de su rutina diaria debido a todos los beneficios que ofrece a la salud mental, emocional y física. Se ha descubierto que nos ayuda a mejorar procesos cognitivos como concentración, memoria y enfoque, además nos permite desarrollar habilidades como gratitud, empatía y control de impulsos, y por si fuera poco, estabiliza nuestra presión arterial y aumenta la producción de neurotransmisores como dopamina, serotonina y endorfinas, lo que a su vez protege a nuestro sisteme inmune.
Un importante beneficio físico que diversas investigaciones neurocientíficas han encontrado es que meditar nos ayuda a disminuir la sensación de dolor físico. Cuando estamos muy estresados, nuestro cuerpo produce mucho cortisol, la hormona del estrés que nos permite estar alertas y listos para atacar o huir. Esto produce inflamación y dolor en el cuerpo. Por lo tanto, si sufrimos de algún dolor crónico y agregamos altas cargas de estrés, el dolor empeora.
Aquí es donde entra al rescate la meditación. Al llevar a cabo esta actividad, nuestro foco de atención pasa a nuestra respiración, a los sonidos del lugar en que nos encontramos, a una visualización, a mantras o a cualquiera que sea el elemento central de tu meditación. Al hacer esto, nuestro cerebro le da la orden al cuerpo de dejar de producir cortisol, y a su vez manda la señal de generar los neurotransmisores que te mencionábamos al inicio del artículo. Específicamente, las endorfinas son analgésicos naturales. Relajan músculos y tejidos, y nos permiten sentirnos más ligeros, sin la pesada carga del estrés sobre nuestro cuerpo, literalmente.
En un estudio publicado en el año 2015, se demostró que 47 pacientes con dolor crónico tomaron un programa de meditación con mindfulness a lo largo de ocho semanas. Al término de dicho periodo, disminuyeron significativamente sus niveles de depresión, ansiedad y dolor físico.
Otro estudio realizado por investigadores del Wake Forest Baptist Meical Center se comprobó con un pequeño grupo de estudiantes que es posible que las personas que meditan perciban el dolor con menor intensidad y con menor disgusto que aquellos que no practican esta actividad. El grupo que se estudió atenció algunas sesiones de 20 minutos de meditación.
En la siguiente imagen es posible apreciar cómo la intensidad y el disgusto percibido por el dolor disminuyeron notablemente en el grupo de estudiantes:
Robert Coghill/Wake Forest University School of Medicine
Si no sabes por dónde empezar a meditar, simplementa pon una alarma dentro de 10 minutos, siéntate en una posición que te permita estar cómodo pero alerta, cierra los ojos y concentra tu atención en tu respiración —cómo el aire entra lentamente por tus fosas nasales y sale lentamente por tu boca—. Si te distraes no te preocupes, lo importante es regresar tu atención a la respiración cuantas veces sea necesario.
Una mezcla de meditación, ejercicio regular, una alimentación balanceada, dormir adecuadamente, complementar con suplementos naturales y hacer pequeñas pausas en tu día a día para recuperar energía te permitirán mantener bajos niveles de estrés y mejorar tu estado de ánimo.
Rod K. Observing the Effects of Mindfulness-Based Meditation on Anxiety and Depression in Chronic Pain Patients. Psychiatr Danub. 2015 Sep;27 Suppl 1:S209-11. PMID: 26417764.
Larkin, M. Individual differences in pain perception confirmed. Newsdesk Volume 2, issue 8, P454, August, 01, 2003
コメント